La clonación humana: ¿El desafío del Siglo XXI?
La humanidad siempre ha querido encontrar curas para todas las enfermedades y hasta algunos años los científicos siempre llegaron hasta los límites puestos por la naturaleza. Con la clonación tal vez es posible cruzar sobre muchos de estos, pero teniendo esta posibilidad, ¿por qué la gente está en desacuerdo?
En 1997 el Dr. Ian Wilmut realizó la primera clonación exitosa en un mamífero, la oveja Dolly. Siete años después solicitó una licencia para clonar embriones humanos, con el fin de encontrar una cura para la enfermedad de la neurona motora. Esto conlleva un intenso debate ético y político.
¿Qué es la clonación?
Los clones son un conjunto de individuos genéticamente idénticos a otro. Para crear esto se sustituye el núcleo de un óvulo por el núcleo de una célula adulta, empezando la vida de un nuevo ser. ¿Qué riesgos podría tener? Según datos actuales, la transferencia nuclear no revierte la edad genética. Es decir, un bebé clonado de un hombre de 50 años, luego de su primer día, tiene 50 años y un día. Además, la investigadora chilena Ruby Valdivia descubrió que se corre el peligro de crear mediante un compuesto químico grandes mutaciones.
¿Cuál sería el benificio para nosotros, alejando los problemas anteriores? Las investigaciones de los científicos se centran en encontrar curas para la diabetes, Parkinson y Alzheimer, como también otras enfermedades. “Nuestra intención no es crear humanos, sino salvar vidas”, subrayó un científico de este proyecto. Otro aspecto es la clonación de animales en peligro de extinción. Pero esto es una propuesta muy crítica porque también es importante mantener la variabilidad genética dentro de las especies, ya que es posible obtener mutaciones indeseables como resultado. Para este problema es recomendado cuidar mejor nuestra naturaleza.
De todas formas, la gente en Asia parece más abierta a las posibilidades de clonación. Esto se debe a las diferencias entre las tradiciones religiosas. En la creencia occidental, a los embriones se les considera de tener alma y dignidad humana desde la fecundación. Por lo contrario, en la fe oriental, no es tal y por eso no tienen ningún problema en intervenir en la vida de alguna célula indefinida. Otro motivo es el peligro de la instrumentalización de la vida humana porque el embrión no tiene la opción de decidir lo que sucederá con él. No se debe olvidar que un embrión es un ser humano. Algunos creen que hay una dificultad en los individuos nacidos de identificarse como una propia persona. Hay que imaginarse: un ser humano que no tiene la posibilidad de ser único. Alguien siendo toda su vida como copia de otra persona.
Toda esta discusión es parte de la bioética que es definida como
“el estudio de las normas que deben regir nuestra acción en el terreno de la intervención técnica del hombre sobre su propia vida.” François Malherbe
Si la bioética tiene su fundamento en la intervención del hombre en su propia vida, no se puede aplicar a la clonación, porque es la intervención en la vida de otros humanos sin consultarles. Sin embargo, algunas mujeres que quieren tener hijos a través de la clonación pueden encontrar esta opinión como injusta. Pero siempre hay que pensar en la necesidad de mantener el equilibrio natural de la variabilidad genética. Si empezamos a ofrecer la posibilidad de reproducción a través de la clonación tenemos muy pronto el problema que la genética será muy parecida. Esto no sería otra cosa que incesto y podría causar mutaciones.
Actualmente comenzó un debate sobre la legalidad de clonación con fines terapéuticos, ya que esto está aún prohibido por la ONU (Organización de las Naciones Unidas). La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) se reunirá afines de Octubre para revisar la norma a la luz de los avances científicos, éticos, sociales y legales, escuchando las diferentes opiniones de los científicos ahí reunidos.
¿Tenemos derecho de intervenir en la vida humana? Esta es la cuestión que finalmente se debe preguntar cada uno a sí mismo.
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